Callo infectado en la mano
Un callo es una zona de producción de piel muerta que suele aparecer bajo las plantas de los pies. También pueden verse en las palmas de las manos. Los callos son muy similares a las callosidades, ya que están formados por el mismo material: queratina. Los callos se forman cuando la presión que los provoca está muy localizada. En el centro del callo se forma el correspondiente núcleo denso de piel muerta como resultado de una presión localizada muy específica.
Los callos y las callosidades son simplemente una acumulación excesiva de piel muerta. Los callos suelen aparecer en partes de la piel sometidas a una presión o irritación excesivas. Por consiguiente, los callos y las callosidades pueden aparecer con un calzado mal ajustado, como zapatos estrechos o apretados. Sin embargo, también pueden aparecer entre los dedos, en la superficie superior de los dedos o en las plantas de los pies como resultado de una mala alineación de los huesos de los pies.
Los podólogos los tratan de dos maneras. En primer lugar, se elimina el callo. En segundo lugar, el podólogo determinará la causa del callo y ofrecerá consejos para prevenir la reaparición del problema.
Callo lleno de pus en el pie
Los callos y callosidades son gruesas capas de piel que se desarrollan cuando la piel intenta protegerse contra las fuerzas de fricción y presión. Suelen aparecer en la planta de los pies y en los dedos. Los callos y callosidades pueden ser antiestéticos y muy dolorosos. Pueden crear llagas por presión en la planta de los pies que pueden convertirse en úlceras. En algunos casos, pueden desarrollarse callos blandos entre los dedos, que pueden causar molestias extremas.
El uso de calzado inadecuado, como tacones altos y zapatos estrechos, la falta de calcetines o una mala biomecánica del pie pueden aumentar la propensión a la aparición de callos y durezas. Todos estos factores aumentan la presión y las fuerzas de fricción aplicadas a los pies.
El tratamiento de callos y durezas consiste en evitar las acciones repetitivas que provocaron su aparición y utilizar emolientes adecuados para los pies. Al eliminar la fuente de fricción o presión, las lesiones suelen desaparecer.
Cómo tratar un callo infectado en el pie
Los callos y callosidades son dolorosos. Puede variar desde una pequeña molestia hasta un dolor bastante intenso. Este dolor está causado por la presión sobre el tejido blando subyacente que se encuentra debajo del callo o callosidad. La presión o el roce que ha causado el callo o la callosidad empuja el tejido endurecido, lo que se transmite al tejido blando y se siente un pinchazo o molestia.
Para tratar con éxito un callo o callosidad, uno de los factores más importantes es identificar qué lo ha causado en primer lugar. Es esencial eliminar la causa del roce o la presión antes de eliminar el callo o callosidad. Hay dos razones para ello.
En segundo lugar, el callo se formó en primer lugar para intentar proteger el tejido subyacente del roce o la presión. Por lo tanto, si su podólogo o podóloga elimina esta capa protectora, pero no elimina también la causa, el tejido blando subyacente quedaría expuesto a los efectos dañinos de la presión o el roce directamente sobre el tejido blando y sano.
Maíz infectado en el pie
Cuando caminamos o estamos de pie, el peso de nuestro cuerpo recae primero sobre el talón y luego sobre el pulpejo del pie, donde la piel es más gruesa para soportar la presión. Cuando esta presión se vuelve excesiva, algunas zonas de la piel se engrosan y forman callos y callosidades, como respuesta protectora al roce de la piel contra un hueso, el zapato o el suelo.
El callo (o callosidad) es una zona extendida de piel engrosada y dura en la planta del pie. Suele ser síntoma de un problema subyacente, como una deformidad ósea, una forma particular de caminar o un calzado inadecuado. Algunas personas tienen una tendencia natural a formar callos debido a su tipo de piel. Las personas mayores tienen menos tejido adiposo en la piel, lo que puede provocar la formación de callos en el metatarso del pie.
Los callos se producen por presión o fricción sobre zonas óseas, como una articulación, y tienen un núcleo central que puede causar dolor si presiona un nervio. Existen cinco tipos diferentes de callos, siendo los más comunes los callos “duros” y los “blandos”:
